En la década de los 70, el 80%
del valor de una organización residía en sus activos tangibles, es decir en sus
fábricas, productos, etc. Hoy en día el 80% del valor total de una organización
aloja en sus recursos y activos intangibles entre los que se encuentran la
reputación, la marca, la licencia social, entre otros. Estas son las
principales conclusiones del GlobalIntangible Finance Tracker (GIFT) 2017. Un informe anual que muestra cómo fluctúa el valor de los
activos intangibles en los mercados bursátiles de todo el mundo.
La economía de los intangibles
nace en el mundo empresarial hace unos diez años, a partir de la crisis
iniciada en 2008-2009, que lleva a la desaparición de grandes corporaciones así
como a un contexto de general desconfianza frente a la empresa y a las
instituciones en general.
En esta nueva economía se empuja
a las organizaciones a mejorar el sistema de economía de mercado y a corregir
sus deficiencias y malas prácticas avanzando en un nuevo modelo económico que,
impulsado por los líderes empresariales, consiga restablecer el apoyo y la
confianza de la ciudadanía.
Pero la importancia de la
reputación y de la economía de los intangibles debe entenderse más allá de un
contexto cortoplacista y de crisis puntual. Lo aprendido a través de los
últimos grandes escándalos empresariales muestra la relevancia de esta nueva
manera de hacer empresa para el futuro y para la sostenibilidad de las
corporaciones e instituciones, buscando proteger su valor ante las crisis de
reputación pero también para aumentarlo de forma sostenida en el tiempo.
Todo parece indicar que la
reputación y la relevancia de los intangibles han llegado para quedarse. Y una
clara muestra de ello es como durante los últimos años observamos a los inversores institucionales, gestoras de
fondos y entidades de crédito que empiezan a poner su mirada en la
sostenibilidad de las compañías en las que invierten. La preocupación por los
criterios ambientales, sociales y de buen gobierno, también llamados ASG, es
una tendencia creciente tal y como nos
muestra el informe “Approaching thefuture: informe de tendencias en gestión de intangibles” del Corporate
Excellence Center for Reputation Leadership y el IE Business School.
En ese sentido son varios los
estudios que muestran que una gestión integral, que combine el gobierno
responsable de la empresa para preservar los intereses de sus accionistas,
exige la responsabilidad por sus impactos ambientales y sociales, en línea con
la gestión de riesgos y el valor a largo plazo.
Un ejemplo lo tenemos en el analisis
realizado por el MIT Sloan Management
Review y The Boston Consulting en el que se consultó a más de 3000 gestores e
inversores de más de 100 países, investigación
que muestra como el 75% de los grandes líderes de entidades de inversión está
de acuerdo en que la sostenibilidad de una compañía es clave a la hora de
decidir si invertir o no.
El activismo que realizan los
inversores, reclamando a las empresas jugar un papel protagonista en la
resolución de los retos sociales ( previsión social, salud, educación,
seguridad, energía, medio ambiente, etc…)
tiene su ejemplo en la carta The
sense of purpose de Larry Fink, CEO de Blackrok, la mayor gestora de fondos
mundial, que asegura que los gobiernos no poseen ya la capacidad para resolver
estos problemas y que es el sector empresarial quien tiene los recursos y la
capacidad de gestión para enfrentarlos. Otro ejemplo nos lo entrega BTG PACTUAL
con su decisión de lanzar el primer fondo ESG en Chile con el foco de invertir
en compañías socialmente responsables y preocupadas por el medioambiente y con
políticas de gobierno corporativo sólidas.
Todo lo anterior nos lleva a concluir
que nuestros grupos de interés (inversionistas, empleados y también la sociedad
en general) alzan la voz para plantear que hoy en día se hace necesaria una nueva manera
de hacer empresa.
El desafío no es menor; precisa
de liderazgo, gestión y foco al menos en
tres acciones que considero claves para el éxito:
La primera: Gestionar el compromiso de nuestros grupos de interés.
Hoy más que nunca se hace necesaria una gestión transversal dentro de nuestras
organizaciones, capaz de conseguir el compromiso e implicación de los grupos de
interés (stakeholders) internos y externos. Dicha gestión debe ir de la mano de
profesionales y líderes capaces de leer
el contexto social, escuchar de forma activa sus principales necesidades y
actuar en consecuencia.
La segunda: Generar indicadores
no financieros. Las métricas financieras han regido claramente en las últimas
décadas de la economía mundial con indicadores relacionados al negocio así como
al corto, medio y largo plazo. La nueva economía de los intangibles precisa
demostrar su creación de valor a largo plazo con indicadores igual de eficaces.
Poner en valor la reputación es
necesario para poder tomar decisiones y saber que variables accionar dando
respuestas constructiva a las necesidades de nuestros grupos de interés y
demostrando el valor de los activos ASG a directores e inversionistas.
La tercera: Comunicar con transparencia, construyendo relatos
coherentes desde la base de nuestra
identidad, propósito, visión, cultura y valores como organización. Cuanto más ordenada, alineada y clara en su
visión y valores sea la empresa más fácil será transmitirlo a sus grupos de interés,
generando percepciones positivas.
La exigencia desde la sociedad hacia las empresas para
que tomen un rol más activo en mejorar el sistema de economía de mercado
haciéndose cargo de los problemas globales, es un imperativo aún más fuerte
para las nuevas generaciones, quienes se mueven desde allí. Por ello, el
fortalecimiento de la reputación, los intangibles y las variables ASG serán
incluso más decisivas en el futuro para esos nuevos consumidores, donde
aquellas empresas que no aporten simplemente quedarán fuera del juego.
Solo las empresas que posean una buena gestión de sus intangibles y de su reputación,
es decir, sean coherentes entre lo que dicen y hacen, y que sean capaces de demostrar el valor de
su gestión ASG en el largo plazo, serán quienes estarán mejor posicionadas
frente a otros actores políticos y sociales, para conseguir el éxito e impulsar
la recuperación de la confianza que les permitirán ser capaces de competir en los mercados globales y en
sintonía con sus empleados, comunidad, accionistas y cadena de valor.
Columna Publicada en El Pulso, martes 9 de mayo de 2018 y también disponible en el Reporte de Sostenibilidad 2017 de Grupo CAP.
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