miércoles, 4 de abril de 2018


¿Verdadero desarrollo sostenible?

Los desafíos globales nos instan a explorar modelos asociativos


La escasez de algunos recursos naturales, la mayor exigencia social para obtener y mantener la licencia para operar, la preocupación de empresas y organizaciones por responder de mejor manera a las necesidades y expectativas de sus stakeholders, son parte de un escenario mundial que hace necesario replantearse la formas en que se enfrentan los grandes proyectos productivos.

Esto, como una manera de impactar de menor manera en el entorno y unir fuerzas en pro de un beneficio compartido. Surge así la asociatividad como una oportunidad de generar acuerdos de cooperación o colaboración mutua que permitan enfrentar en conjunto inversiones o proyectos que de otra forma serían difíciles de viabilizar.

Algunos países como Suecia, por ejemplo, disponen de una estrategia nacional para robustecer la competitividad y sostenibilidad, en sectores como la minería, y ya cuentan con alianzas internacionales donde se ha replicado el modelo de cooperación.

Pero para que este tipo de iniciativas llegue a buen puerto, primero es necesario alinear los intereses al interior de la empresa para el desarrollo de estándares de gestión y operaciones con criterios de sustentabilidad en función del territorio donde se encuentra la compañía, tendiendo a los beneficios compartidos de largo plazo.

Así lo indica, por ejemplo, el documento “Empresa y Territorio”, publicado por Acción Empresas, el Consejo Minero y el Centro de Políticas Públicas UC, que agrupó una serie de reflexiones de distintas compañías en torno a la construcción de una mirada en común.

Luego, entre las empresas, se necesita identificar puntos de encuentro en torno al territorio que comparten: cuáles son los recursos, comunidades, y oportunidades para ambas. En este proceso es importante desarrollar agendas empresariales conjuntas, de modo que las prioridades sean funcionales a los objetivos de largo plazo. Así,  se sobrepasa la estrategia individual en pro de la sostenibilidad del sector y de los negocios, obteniendo la legitimidad social que contribuye a dar viabilidad a un proyecto.

De este modo, la oportunidad que se abre con la asociatividad es enorme, al impactar verdaderamente y a largo plazo, permitiendo a las industrias ir madurando especialmente en sectores intensivos en el uso de recursos.

Como Grupo CAP creemos que el modelo asociativo constituye un  mecanismo de cooperación del futuro para proyectos de la Gran Minería y también aplicable en otras industrias, pues aporta en la solución de problemas compartidos de las organizaciones -sin perder su individualidad- y logra crear  no sólo valor económico, sino también social, respondiendo a las exigencias de nuestros grupos de interés.

María Elena Sanz
Gerente corporativo de Personas y Sustentabilidad de Grupo CAP